¿Las adopciones internacionales son una alternativa?
Lea estas opiniones surgidas de estudios periodísticos y saque sus propias conclusiones sobre las adopciones Internacionales. Eso sí, si usted está interesado en adoptar un niño de otro país, sepa de antemano, que dicha decisión, implica quedar a la expectativa de criterios, negocios y profesionales en los cuales deberá confiar y nunca tendrá la posibilidad de administrar ni controlar lo que ellos dicen que hacen por usted en el país extranjero a donde dicen operar.
Estas dudas que planteamos, no se refieren tan sólo sobre la procedencia del bebé, en el sentido que usted no conoce su procedencia, ni si fue extraído ilegal o violentamente del seno materno, sino que las especulaciones de dineros son tan grandes, que verdaderamente, vale muchas veces, disuadirse de tal interés.
Estos temas de dineros, estos profesionales “especializados” los hacen fuera de convenio dinerario que hicieron con usted, de lo que se pactó y frente a decisiones que usted deberá tomar entre pagar lo que ahora le piden, o quedarse sin el “hijo” de sus sueños.
Escribió Julio César Ruiz
Tráfico de niños Por Diego Manuel Vidal
La adopción internacional, que luego de las dos guerras mundiales, la de Corea y de Vietnam cumplió una finalidad social, convertido en un turbio negocio de características millonarias y multinacionales.
“…se vende a piezas o entero,
como onzas de chocolate.”
(Niño silvestre – Joan Manuel Serrat)
La práctica de las adopciones internacionales se ha convertido, a un ritmo indeseablemente acelerado, en uno de los rubros económicos más importantes luego del comercio de armas y el tráfico de estupefacientes.
El interés motor de las familias de los llamados países centrales en conseguir un niño a cualquier precio, está centrado en la necesidad social de invertir la pirámide de crecimiento de sus respectivas sociedades que por pautas culturales modernas ha visto reducirse a niveles alarmantes la tasa de crecimiento demográfico.
La figura de la Adopción Internacional tiene sus orígenes después de la 1° y la 2° Guerras Mundiales, y tras los conflictos de Vietnam y Corea. Su objeto era el de dar una familia a los miles de niños que habían perdido la suyas y fueron ubicados en hogares de Europa Occidental y Estados Unidos. En la actualidad la adopción es utilizada para conseguir hijos a quienes no los tienen, invirtiendo su esencia que era la de procurar una familia al menor desamparado.
Miles de parejas del Primer Mundo recurren a la adopción en el extranjero. La incorporación de la mujer al mercado laboral, el uso habitual de anticonceptivos y la casi inexistencia de niños abandonados ha llevado a estos países a buscar hijos en el exterior, llegándose a convertir en política de Estado y ahora son los gobiernos de estas naciones quienes impulsan estas medidas para revertir el envejecimiento demográfico de sus sociedades.
En Alemania la tasa de natalidad no logra compensar la de mortandad. En 1994, el gobierno propuso para evitar el “envejecimiento social”, que reduce su población en casi cien mil habitantes por año, aplicar un alto impuesto a los solteros y a las parejas sin hijos para luego redistribuir esos ingresos entre las familias de menores recursos en función de la mayor cantidad de hijos.
Francia tiene una tasa de fecundidad superior a la media europea implementó un programa gubernamental para exhortar a los matrimonios a tener hijos. Afiches con la foto de un bebé y la frase “La vida no es sólo sexo, Francia necesita bebés” y un sistema de premios económicos a las madres que tengan un tercer hijo, forman parte de la política aplicada en la nación gala para revertir la tendencia a la baja de los índices de natalidad.
Europa teme convertirse en un continente de viejos. Por eso los gobiernos buscan solucionar un problema en sus propios países sin importarles crear otro en las naciones del Tercer Mundo. América Latina se ha incorporado a este fenómeno en época más reciente, pero en calidad de proveedor de los países desarrollados.
Frente al crecimiento de la demanda, la mayoría de los países industrializados han receptado en sus legislaciones la creación de sociedades que tienen como objeto la búsqueda de niños, generalmente recién nacidos, en el Tercer Mundo. Para estimular su desarrollo se le reconoce el derecho de obtener ganancias en dinero por su intermediación.
En Noruega, la Oficina de Adopciones del Estado (SAK) ha autorizado el funcionamiento de agencias como “Adopsjonsforum”, “Inoradop” y “Verdens-Bar” para que vayan, gestionen y concreten la adopción de niños en países extranjeros para familias residentes en la nación nórdica. A mediados de 1997 había alrededor de 12.000 menores extranjeros adoptados en Noruega, pero el record entre los países escandinavos lo ostenta Suecia con 37.000 adopciones en el mismo año.
En Estados Unidos, la existencia de estas organizaciones supera los límites de lo imaginable. Decenas de agencias de adopción se desparraman por el mundo en busca de recién nacidos reclamados por familias norteamericanas y por los cuales están dispuestos a pagar elevadas sumas. Tal es el incremento de esta actividad, que estas agencias llegan a acumular “stocks” y los ofertan en “distintos colores y tamaños” en la publicidad comercial gráfica y aún televisiva.
El convenio que regula la Adopción Internacional fue suscrito en mayo de 1993, en La Haya, por 57 países pero la Argentina no firmó dicho acuerdo.
Chile y Paraguay legalizaron la salida de niños de sus territorios y “aportan” entre 2.000 y 2.500 menores al mercado internacional. Un mercado en el que se llegan a pagar hasta 25.000 dólares en honorarios a las agencias encargadas de ubicar a los niños en el exterior.
Paraguay suspendió durante un año la autorización para realizar este tipo de adopciones, decisión que respondió más a la protesta de organizaciones no gubernamentales que a la voluntad propia del Gobierno.
En la actualidad Paraguay ha firmado el convenio de La Haya aduciendo que de este modo se pondría fin al tráfico de niños, cuando las sospechas apuntan a que, en realidad, la adopción internacional es utilizada como manto legal para encubrir la “exportación” de niños y garantiza la tranquilidad de las “agencias” que obtienen importantes sumas de dinero por gestionar en tiempo record la adopción de estos chicos por parte de familias extranjeras.
La no adhesión de Argentina a la adopción internacional tampoco ha sido impedimento para que numerosos niños salgan de nuestro territorio, muchas veces sin saber a ciencia cierta cuál es su destino final. Jueces y, en algunos casos, defensores de pobres y ausentes han intervenido a favor de parejas extranjeras en lugar de representar a las familias de las criaturas que son sacadas del país.
Las sospechas que recaen sobre estos funcionarios judiciales también alcanzan a integrantes del poder político. Sólo así es explicable que agencias como la noruega Adopsjonsforum, puedan actuar en nuestro país aún cuando las normas legales prohíben la adopción internacional y sin embargo son de conocimiento de las autoridades gubernamentales la salida de estos niños rumbo a otros países. Prueba de esto es que en casos como el de Noruega, funcionarios de la representación diplomática argentina en esa nación y de la Dirección de Asuntos jurídico del Ministerio de Relaciones Exteriores han recibido recurrentes pedidos de informes sobre el destino y estado de menores sacados de la Argentina, en por lo menos catorce casos.
La organización no gubernamental “Identidad de Origen” ha desarrollado numerosas denuncias ante las autoridades nacionales sobre la preocupante capacidad de gestión de agencias como la mencionada que operan en nuestro país y que bajo la apariencia de una acción a simple vista tan loable, encubren una inquietante actividad en la que no sólo buscan “colocar” a pequeños desamparados en el seno de familias con capacidad de amor y de bienestar económico, sino que hasta se han encontrado casos en que la madre o el pariente de un niño lo ha entregado en adopción a cambio de una irrisoria suma de dinero, si de alguna manera se puede medir monetariamente la integridad física, psíquica y social de un chiquito.
La pregunta final: ¿Cuánto dinero se mueve realmente en este deleznable “mercado” de chicos argentinos para que una entidad extranjera pueda sacarlos de manera tan fácil de nuestro territorio, acortando los plazos de adopción, cuando se calculan en cinco mil las familias plenamente aptas que suelen esperar años para adoptar?
Las conclusiones quedan a la libre interpretación de los lectores…