Viaje de egresados…un ritual de iniciación
Todo se paraliza frente a la noticia que como corolario del final del secundario, los trámites para viajar a Bariloche deben comenzar.
Los padres se empeñan hasta lo que no tienen para lograrlo, aunque sus tarjetas de crédito o préstamos personales permanezcan atados a sus acreedores por dos años o más. Las necesidades de los demás miembros del grupo familiar quedan postergadas o frustradas, pero nada cuenta como tal, sino como sacrificio para hacer posible un viaje que durará 7 días y algo más.
El viaje se ha naturalizado de tal manera, que para probar su resistencia intente, aunque sea por unos minutos oponerse o proponer el cambio de destino aduciendo que será más aliviado para su bolsillo y será testigo de la respuesta que ha osado generar.
Las empresas de viajes de egresados: Pertenecen a mundos desconocidos y sus nacimientos son productos de juntura de empresas quebradas fraudulentamente, blanqueos de dineros y allanamientos a sus colectivos con cargas de drogas, investigaciones por abusos sexuales de compañeros y promotores o traslado de drogas en sus propios colectivos, cuestiones éstas, que a pesar de su gravedad nunca explican.
Los coordinadores: Son los que viajarán con los jóvenes, Ya hicieron su trabajo, que consistía en conquistarlos con hamburgueseadas regadas con vino y Fernet mediante las cuales captan la ilusión de menores, que a pesar de no decidir nada, ejercen la suficiente influencia con los sueños y esperanzas que generalmente nunca terminan siendo realidad. Los coordinadores, en la mayoría de los casos son también adolescentes y por ello, al no poderse ganar autoridad se complotan y transforman en cómplices durante el viaje.
Los padres: Ante lo desconocido y movidos por la sinergia de lo popular y el miedo a decirle no a sus hijos, ingresan en un espiral donde terminan aceptando todo.
Aquellos que alguna vez hicieron ese viaje, se suman con sus aportes tales como: “será una experiencia inolvidable que tienen que disfrutar y no se la pueden perder” sin advertir que los tiempos, ahora, son diferentes a los que ocurrían en sus respectivos viajes de egresados.
Los colegios: cada vez son más reticentes a acompañar a los jóvenes y mezclarse en responsabilidades de todo tipo junto a profesores que deben dejar sus trabajos y familias para acompañar a un grupo de jóvenes acelerados, rebeldes y excitados que nunca podrán controlar, a pesar de semejante obligación.
El gobierno: para resolver sus problemas de responsabilidad y lavarse las manos, exhibe nóminas de empresas autorizadas a realizar los viajes, como si ésto fuera una garantía inestimable. Luego de ello no existe ningún tipo de rutina de control, excepto las intervenciones de Gendarmería Nacional o Policía Federal en allanamientos por droga que en las rutas hacen sobre estos colectivos.
La Sociedad: Acepta todo y ante lo que aún critica se acomoda a la imposición de la realidad, que aporta el consumismo sobre ella.
El inicio del rito de iniciación
Hasta acá, todo está avalado por todos, al punto que las familias de los pocos o muchos alumnos que tenían dificultades económicas para afrontar el viaje, terminan consiguiéndolo entre el trabajo extra de sus compañeros, los asientos liberados que proponen las empresas “para que todos puedan viajar” y la tremenda vergüenza de aquellas familias que no quieren que sus hijos sean “menos”.
Los parámetros para la ceremonia ya están consolidados y se han cumplido todos los procesos que precisa la ceremonia para convertirse en un rito de iniciación…obtenido por la obcecación de los chicos, el miedo de los padres a contradecirlos y la desesperación de éstos por comenzar a pertenecer en un cursillo acelerado de 7 días al mundo inimaginable de los adultos.
Los jóvenes Algoquines de Norteamérica pasan por un increíble viaje de drogas antes de convertirse en adultos. A cierta edad consumen grandes cantidades de una droga conocida como wysoccan, con el objetivo de olvidar todas sus memorias infantiles. Si al final del proceso siguen recordando cosas, vuelven a consumir más dosis.
Las tribus nómadas de los Fulani también celebran el paso a la edad adulta de sus varones. Días antes del ritual, los jóvenes adolescentes buscan y preparan una rama para convertirla en un perfecto látigo. Después, los clanes de la región se reúnen para enfrentar a los aspirantes con sus improvisadas armas. Se deberán azotar a los adolescentes tres veces por turno, sin mostrar el más mínimo atisbo de dolor. Cuando todo termina, los espectadores deciden quien ha sido el más bravo de la contienda, y por ende el ganador.
Los aborígenes australianos mandan a sus niños a vagar durante seis meses por el desierto. No pueden recibir ayuda de nadie, y si regresan después del periodo establecido son considerados hombres.
La fiesta de quince años que aún se celebra es un rito más de iniciación. La vida moderna las ha hecho extravagantes y a veces hasta vergonzosas, pero están destinadas a indicar el “momento” en el cual las hijas, dejan de ser niñas.
Pero, les propongo conocer tan sólo algunos aspectos de cómo comienzan y terminan algunas de estas iniciaciones. En el primer video, veremos cómo un coordinador filma la operación, luego de haberles enseñado cómo ingresar bebidas alcohólicas al hotel y luego al boliche.
Dado que es habitual el ejercicio de prácticas desleales entre las propias empresas, hemos elegido el próximo video, que fue filmado por el celular de una propia integrante del viaje, para que no exista ningún tipo de duda sobre su veracidad. Si usted agudiza su ingenio, hasta podrá advertir de qué empresa se trata.
Se podrá decir sobre este artículo que es exagerando, pero lo que importará es analizar con este material cuál es el impacto que causa en la cabeza de nuestros hijos que estas cosas, con nuestro aval y el de toda la Comunidad ocurran ante nuestros ojos, cuestión que como es lógico, es la parte más difícil de desentrañar.
Escribió Julio César Ruiz