Dios no es todo

Desde siempre, todo el tiempo escucho personas que por cualquier cosa que les sale bien, dicen: Gracias a Dios.

Por todos lados se ven leyendas que expresan el agradecimiento a Dios. En las lunetas traseras de autos o en el paragolpes de camiones se ve escrito, “esto lo adquirí gracias a Dios”.

En las redes sociales la gente expone sus trabajos, sus logros y siempre hace mención a que todo eso fue gracias a Dios.

Me pregunto, ¿qué es gracias a nosotros?

Mi esfuerzo, mi voluntad, mi inteligencia, mi tesón, mis ganas de prosperar….¿no fueron suficientes para ser exitoso, en mis proyectos en mis logros? ¿Todo fue gracias a Dios? ¿Mi empeño, no sirvió de nada?

Si todo fue gracias a ÉL ¿para que recibí tantos valores y virtudes si no me sirven ni suman nada.

Por eso, vuelvo a preguntarme…¿Qué fue y qué pasó gracias a mí? Yo, para qué existo, qué gano con ser bueno o malo y qué hago en esta vida, molestando a un Dios, Todopoderoso sumamente ocupado en mantener la Maravilla del Universo, rogándole que el sábado gane la bicicleta en el sorteo, o el jueves me saque un 7 en el examen.  

Es desvalorizar al Señor, dirían los católicos y hasta pecaminoso pensar que Dios es un perverso que nos trajo al mundo para sufrir, para vivir bajo el yugo de un tercero todo el tiempo y en ese casó seríamos su peor y mas fallida Creación.  

Extrañamente, nunca escuché alguien que acuse a ese mismo Dios cuando le va mal, cuando algo ha fracasado o nos sentimos frustrados porque algo no salió como deseábamos. Siempre la culpa es del mortal, del creyente, de la oveja, del expulsado de aquel paraíso de libertad donde podíamos comer, a la hora que sea la fruta que nos venía en ganas.  

No comprendo a un Dios que sea tan Todopoderoso, que según dicen nos hizo a su Imagen y Semejanza, pero que nos deja solos justo cuando nos mandamos una cagada.

 Si discutiera con alguien sobre esto, seguramente me diría: “Bueno pero la salud que tuviste para concretar lo que sos o lo que tenés y porque existís es gracias a Dios”.

Es en ese instante donde comenzamos a ser esclavos, no de Dios, por supuesto sino de nosotros mismos, de nuestras creencias, de lo que nos dijeron y de cualquier dios que nos pase cerca de nuestra baja estima.

Un ejemplo claro se observa en las mujeres golpeadas, maltratadas, que por crianza y creencia transmitidas desde siempre, creen que viven y que les pasa todo, gracias al dios que tienen en su propia casa.

Ellas, ya no necesitan pensar, porque ya todo está escrito y por ello así será siempre. Nada de lo que ellas decidan, será suficiente para que sus vidas cambien, porque dios es el que dispone por ellas, sobre un cuerpo inerte, sin voluntad, sin decisión, sin determinación, que tan sólo les permite aceptar a veces, gritar de vez en cuando, llorar sin que la vean o morirse cuando ya a nadie le importe.

Cuando algún extraviado quiere hacer alguna reflexión sobre cualquiera de estas cuestiones, será interpelado por alguien que le recordará que de esto no se habla, que la religión es un dogma…si insistes pueden bloquearte, ningunearte, ser quemado en la hoguera más cercana a tu incredulidad, colgarte, de alguna cruz culpógena o expulsarte, una vez más del Reino de Dios.  

Esta mujer hermosa que vamos a ver en el video, vive de esta manera porque aprendió que este señor es su dios y contra él nada ni nadie puede revelarse, sin darse cuenta, que quizá la verdadera predestinación sea comprender que el que tiene dios en la Tierra, no lo tiene a Dios en el Cielo.

Yo aprendí a creer, que cuando nací, Dios me hizo perfecto, me dio todo lo que me hacía falta, incluso la Salud, y la Libertad, para que haga conmigo lo que me de la gana y señalándome a mi, como el único responsable y garante de mi.

Por eso, por toda Semejante Bondad Recibida, todos los días agradezco a ese Dios, por lo que soy.

Escribió Julio César Ruiz

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